sábado, 1 de junio de 2013

LA PROSTITUCIÓN MASCULINA SE TRIPLICA EN TIEMPOS DE CRISIS.




La desarticulación de una banda que se dedicaba a traficar con jóvenes brasileños para explotarlos sexualmente en España ha puesto de relevancia un fenómeno casi desconocido hasta ahora en nuestro país.

El comercio sexual masculino tiene muchas maneras de actuar. La red desarticulada esta semana captaba a jóvenes brasileños bajo la promesa de trabajos de modelo o bailarín en España y luego les exigían unos 4.000 euros por el viaje y los gastos generados, que tenían que abonar trabajando para ellos en clubes de alterne.

Otra es la ejercida por los proxenetas. A diferencia de las mafias, no usan el engaño, pero les obligan a trabajar en jornadas interminables y a entregar el 50 por ciento de los ingresos a cambio de tres horas libres y una cama para dormir.  Estos jóvenes son aparentemente libres, pero al estar recluidos no tienen acceso a información del exterior y su red de apoyo se limita a sus compañeros, lo que les impide conocer recursos a los que pueden tener acceso. Su mundo se limita a la prostitución, por lo que no son del todo autónomos.

Inmigrantes irregulares
Según explica Iván Zaro, coordinador del área de Salud de la Fundación Triángulo, el perfil es el de un joven de 28 a 30 años latinoamericano y sin papeles. Las nacionalidad que más presencia tiene es la brasileña, pero también hay venezolanos, mexicanos y dominicanos. En cuanto a los países del Este, rumanos y búlgaros son mayoría. Los africanos son, sobre todo, marroquíes y argelinos.  Los españoles aparecen en último lugar, según Zaro, aunque «su presencia se ha triplicado desde 2008, con la llegada de la crisis. Suelen ser personas que ya habían ejercido la prostitución y que han vuelto para recuperar el estatus económico perdido. Buscan ingresos extra y de forma puntual. La mayor parte se promociona en internet porque reporta mayores ingresos.

«En España puede haber 4.000 chaperos, una cifra estable en el tiempo. Esto significa que los españoles han ido desplazando a los extranjeros. Sólo en Madrid, la cifra supera los 1.000», según las estimaciones de Zaro.

A diferencia de las prostitutas, los trabajadores masculinos del sexo viven su situación como algo temporal, pero son más reacios a pedir ayuda. «Esto se justifica por el estigma de la prostitución, lo que les lleva a afirmar que lo hacen de forma voluntaria para no reconocer que lo necesitan», lamenta.

El consumo de drogas, muy habitual cuando se habla de redes de explotación sexual, también tiene presencia en los ambientes de prostitución masculina. Las más consumidas son el alcohol y la cocaína. En pisos e internet, aparece el uso de viagra y «popper». La primera,  para que los hombres puedan aguantar largas jornadas de trabajo. En cambio, el «popper», que relaja los esfínteres, puede resultar mortal para las personas con problemas de corazón.

El estigma de los transexuales
El caso de los transexuales es totalmente distinto. «Los quieren de noche y los repudian de día». Esta frase de Zaro define muy bien su situación, ya que el 90 por ciento dejaría el trabajo si tuviera la posibilidad. Se ven abocados a la prostitución porque no encuentran otra forma de vida. El transexual tiene una media de 30 años, es de origen brasileño, soltero, sin hijos y sin estudios. La situación de irregularidad y la falta de alternativas los condenan a seguir trabajando, principalmente en la calle, seguido de los pisos, internet y, en último lugar, los locales o bares de ocio. El consumo de drogas está muy extendido. Muchos recurren a la Viagra para solucionar los problemas de disfunción eréctil provocados por los tratamientos hormonales.

«Las cañerías dan asco y se limpian»
Ricardo tiene 26 años, es colombiano, lleva cuatro años en España y no tiene papeles. Compagina la prostitución con otro trabajo. «Es igual de duro que el que limpia cañerías, que le da asco lo que hace pero tiene que dejar al cliente contento», dice. «No trabajo en la calle, me publicito en periódicos y en páginas de internet», explica. Para Ricardo, la calle es más peligrosa y sórdida que las saunas y bares de alterne. «Puedo ganar de 2.000 a 3.000 euros al mes, pagarme mis caprichos y ahorrar. Seguiré dedicándome a esto hasta que el cuerpo me lo permita», concluyó.

Cinco formas de hacer negocio
Pisos
Existen dos tipos: el gestionado por el profesional del sexo o el de los proxenetas, que se llevan el 50 por ciento del precio del servicio. Esto dificulta que los trabajadores sexuales puedan tener acceso al mundo exterior y su única red de apoyo son sus compañeros. Los periodos de residencia en estos pisos suele ser de 21 días y luego cambian de lugar de residencia. Estos pisos  suelen estar ocupados por venezolanos, brasileños, rumanos, españoles y marroquíes. Los españoles son los más demandados y sus ingresos por servicio nunca están por debajo de los 100 euros.
Saunas
El acceso está exclusivamente restringido a hombres y el servicio sexual se produce en cabinas de masajes. Este tipo de locales está muy mal visto y por ello, los precios de un servicio pueden ser inferiores a los 30 euros. Además, los trabajadores del sexo homosexuales tienen el estigma de tener que ocultar su sexualidad porque está mal visto por el cliente. El consumo de drogas por parte de los demandantes de servicios es habitual y, aunque su venta está prohibida, existe el menudeo. Los profesionales mayoritarios son brasileños, venezolanos, búlgaros, españoles y marroquíes.
Calle
Es la forma más antigua e insegura de ganarse la vida. Los servicios sexuales en la calle se limitan a determinadas zonas de las grandes ciudades y suelen ser los servicios de personas con el nivel socioeconómico más bajo. Muchos de ellos carecen de recursos para cubrir sus necesidades básicas. Por nacionalidades, los rumanos son mayoría, seguidos de árabes, latinoamericanos y españoles. La mayoría de los inmigrantes suelen estar en situación irregular y tienen dificultades  con el castellano. Los servicios se dan en hostales, en el vehículo del cliente y en baños públicos.
Prensa
Los anuncios de contactos en la prensa es un espacio que existe desde hace muchos años  y que reporta pingües beneficios a los diarios que los publican. Es la fórmula clásica de publicidad: un texto sugerente y un número de contacto para contratar el servicio. Son minoritarios respecto a la prostitución femenina, pero tienen una presencia estable en la prensa. Con el tiempo han incorporado a estos anuncios las direcciones de páginas web en las que poder ver al chico que vende sus servicios, con fotografías explícitas, nacionalidad, gustos e, incluso, sus aficiones.
Internet
Es la forma de publicitar los servicios sexuales que mayor crecimiento ha experimentado. Los portales específicos ofrecen galerías fotográficas, con datos personales y especialidades profesionales, además de la nacionalidad, preferencias y precio. Al ser un medio audiovisual, obliga a los hombres que se prostituyen a cuidar su imagen. De hecho, están al día de los anabolizantes que deben de utilizar para mejorar su musculatura de forma rápida. Los seropositivos recurren a estas sustancias prohibidas para mejorar su aspecto y ocultar que son portadores.


Natalia Pérez Vélez y Laura Carmona Amaya.

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