domingo, 2 de junio de 2013

EL CONSUMISMO


EL CONSUMISMO IV


CONSUMO Y FELICIDAD

Consecución de la felicidad a través del consumo:

No siempre ha sido la felicidad, en la historia de la humanidad, la principal meta en la vida de los hombres. Es el hombre ilustrado del siglo XVIII el que señala la felicidad terrena como ideal supremo de la vida junto con la libertad: el hombre es libre y la meta más importante de su vida es buscar la felicidad. En palabras de Voltaire: “La principal ocupación y la única que debe haber es vivir felices”. La moral, como guía para dirigir la conducta durante la vida, se convierte con esta sentencia ilustrada en una “moral de la felicidad”, en el establecimiento de medios para hallar la ansiada felicidad.
La importancia que adquirirán en los siguientes siglos los avances científicos y tecnológicos para aliviar las cargas de la vida cotidiana, resultará en una sobre valoración del bienestar material que trae consigo y, por tanto, a una sobre valoración de la ciencia como la puerta abierta al bienestar.
Más adelante, con la aparición y desarrollo de la sociedad de consumo a partir de la Revolución Industrial, y para lograr su éxito y difusión, se equipara el bienestar con la felicidad, en otras palabras satisfacer las necesidades humanas con la realización personal. A partir de este momento la felicidad se constituye como meta y valor fundamental de la cultura consumista.
Según este principio, la satisfacción material de los deseos y apetencias humanas a través de la adquisición de productos será la fuente de la felicidad de las personas. Se trata, de todos modos, de una felicidad terrenal, sin ambición de trascendencia.
En los años 50, la felicidad relacionada con el consumo se restringe a la vida materialista, referida al consumo de cosas, mientras el amor daría la felicidad de la vida afectiva.
Con la revuelta de los jóvenes de mayo del 68 surge un pensamiento opuesto a las formas tradicionales de entender el consumo y la moral, dando prioridad al yo, el individuo y su libertad y la expresión de la identidad. La felicidad como meta es sustituida durante un tiempo por el goce, que exige rapidez en la satisfacción de necesidades.
Será más tarde que la felicidad recuperará su papel como meta principal de la sociedad de consumo, a la vez que se afianza el modelo económico capitalista, basado en el consumo, y la sociedad de bienestar, encaminada precisamente a garantizar al pueblo las necesidades básicas.

Por último, a la dicotomía tradicional de felicidad material y felicidad amorosa se le suma la felicidad espiritual como muestra la proliferación de nuevas formas de religiosidad con el surgimiento de filosofías de vida basadas en el budismo y las filosofías tradicionales de Oriente y los movimientos “New Age”, todas ellas pseudo religiones que tienen como meta el equilibrio y la armonía interior. En suma, desde los postulados de la Ilustración, la felicidad se ha asentado como el valor principal en la vida de los hombres, en torno al cual se disponen los demás valores. Además, se considera el bienestar material derivado de la satisfacción de las necesidades y deseos humanos, sinónimo de felicidad terrenal. En esta línea se conforma la sociedad de consumidores que promete la felicidad a sus miembros con su participación en al mantenimiento del sistema. De esta forma, el consumismo se plantea como el sistema más eficaz de alcanzar la felicidad en el mundo moderno.

El consumismo y la sociedad resultante han logrado éxito debido en gran medida al fenómeno de individualización de la sociedad. A partir de la exaltación de la búsqueda del yo nacida en mayo del 68, la formación de la propia identidad se convierte en una de las herramientas más eficaces para fomentar el consumismo: la identidad se muestra con la vestimenta, el estilo de vida, y estos requieren del consumo para diferenciarse unos de otros y para que los individuos se identifiquen entre sí en un grupo. Así desde un punto de vista egoísta se forma también parte de la masa de consumidores.
Según Baumann “la principal atracción de la vida de consumo es la oferta de multitud de nuevos comienzos y resurrecciones de la propia identidad”, de forma que se impone el cambio, lo perecedero, y el individualismo que suponía en principio mayor libertad para el individuo termina siendo el mayor aliado del sistema de consumo al alimentar la necesidad del individuo a consumir para afianzar su propia identidad.
“La era consumista nos muestra un mundo con mucho “espacio libre” donde el moderno consumidor, empecinado en su carrera de solista, siempre necesita más y nunca tiene suficiente”.

Consecuencias de la búsqueda de la felicidad en el consumo:

La promesa de felicidad de la sociedad de consumo encierra en sí una contradicción, y es que, al cumplirse, deja de tener razón de ser, porque al satisfacer las necesidades del hombre, éste deja de tener necesidades y deja de consumir. Por tanto, para conservar su poder de seducción, la sociedad consumista necesita mantener a sus miembros insatisfechos. Otro método para mantener las necesidades de los consumidores constantes es satisfacer cada deseo de modo que se engendre una nueva necesidad que lleve a consumir de nuevo.
El consumismo apuesta, por tanto, por la irracionalidad de los consumidores, que se lanzan sin pensar para qué al consumo y el derroche sin control, buscando una felicidad en un engaño.

Vídeo: “Consumo y Felicidad” UNED



Lapuente Nieto, Antonio.  2ºA (A-1)

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