En la última entrada
quise acercarme a las posturas que tienen sobre la inmigración países de
nuestro entorno más cercano. Desde el principio he pretendido acercar
este fenómeno a nosotros, tanto como ciudadanos como futuros profesionales del
trabajo social.
He tenido la suerte de
poder mostraros la experiencia de alguien que desde nuestra profesión ha
trabajado directamente con inmigrantes. Marta Ajenjos tiene 22 años, nació en
Madrid y está acabando sus estudios de grado en trabajo social en nuestra
facultad. Me ha hecho el gran favor de contestar a mis preguntas y desde aquí
le quiero dar otra vez las gracias.
¿Por qué estudiaste trabajo social?
Estudié trabajo social por vocación.
Durante muchos años estuve convencida de estudiar ingeniería química y estudié
el bachillerato oportuno para ello. Sin embargo, con 15 años entré en un grupo
scout y descubrí diferentes realidades sociales que me hicieron replantearme
ciertos aspectos. Estuve un año como voluntaria en una asociación con
discapacitados físicos, tuve contacto mediante salidas que organizamos a la
calle con indigentes y con personas en riesgos de exclusión social. Siempre
había sentido un espíritu de liderazgo y de responsabilidad frente a diferentes
problemáticas sociales. Todo esto fue generando en mí un deseo de sentirme útil
en la sociedad, de poder abarcar diferentes realidades que llamaban mi
atención. Por tanto, decidí que estudiar trabajo social era una oportunidad de
poder dar respuesta a todas mis expectativas y a poder abarcar diferentes
campos de actuación que eran de mi interés.
¿Don de hiciste tus prácticas? ¿Por qué
elegiste este sitio?
Hice mis prácticas en el centro de
refugiados de Getafe gestionado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado
(CEAR). Elegí ese sitio porque trabajar con inmigrantes era una de mis opciones
principales a la hora de escoger el lugar en el que realizar mis prácticas. Es
un campo que no se aborda demasiado en la carrera, tan solo con algunas de las
optativas que se cursan en el tercer año; y me apetecía explorarlo y formarme
en materia de inmigración.
¿Qué ha supuesto para ti trabajar con
inmigrantes?
Ha sido una experiencia muy
gratificante tanto a nivel profesional como personal. He profundizado mucho en
los temas referentes a la inmigración, al principio me costó contextualizar
todo el marco en el que se desarrollaban mis prácticas. Tuve que dedicar varias
semanas a leer mucha documentación (estatutos de la organización, textos
jurídicos en materia de inmigración, procedimientos de entrada, permanencia y
salida del centro, etc.) para poder entender todo el trabajo que iba a
realizar. Sin lugar a dudas terminé mis prácticas con muchos conocimientos
sobre el tema y adquirí habilidades para la práctica profesional. A nivel
personal fue también muy enriquecedor, fue el primer momento en la carrera en
el que de verdad me sentí realizada como trabajadora social y entendí en qué
consiste esta profesión. Te encuentras con la realidad y aprendes a hacerla
frente de manera profesional. Hubo momentos complicados a nivel personal, ya
que trabajaba con personas con historias de vida muy complicadas, muchas de
ellas con un futuro incierto lo cual generaba situaciones tensas, de angustia e
incluso de agresividad e incomprensión hacia los profesionales del centro. Era
importante ser empáticos y comprensivos con ellos teniendo siempre claro dónde
estaba la barrera entre lo profesional y lo personal.
¿Cómo valoras el sistema de servicios
sociales destinados o que perciben los inmigrantes en nuestro país?
Los
recientes y masivos flujos migratorios en nuestra sociedad, han generado
situaciones en las que se ha permitido la violación de los derechos humanos de
los migrantes. Es importante tener en cuenta los diversos procesos que
conllevan los movimientos migratorios, situando estos en situaciones de
precariedad, exclusión, discriminación racial y social. No podemos permitir que
esta realidad se oculte ni se distorsione, los procesos migratorios son
responsabilidad de todas las sociedades en su conjunto. Se trata de un fenómeno
de corresponsabilidad e interdependencia, entre los países más pobres y ricos.
Un Sur cada vez más empobrecido y explotado por un Norte más rico y soberano
que parece dar la espalda a este problema llamado inmigración.
Para
empezar, lo que necesita España y Europa, más que una Ley de Extranjería, son
políticas de inmigración que realmente merezcan ese nombre. Políticas que no se
base en la criminalización de los migrantes no europeos, ni en el cierre de
fronteras a los países que no son miembros de la Unión Europea, tampoco
necesita unas políticas basadas en el control policial ni judicial. Necesita un
cambio de orientación en cuantos a las políticas que hasta ahora se han venido
desarrollando. Es necesario que se contemple la integración de los inmigrantes,
sean documentados o no. La política de inmigración es más que una cuestión de
Estado, no puede ser abordada de manera individual por los estados.
Es
importante diferencia la inmigración regular de la irregular para poder
contestar a esta pregunta de manera objetiva. Un inmigrante irregular en
nuestro Estado no tiene ningún tipo garantías simplemente porque no son
reconocidos como ciudadanos. Un inmigrante en situación regular o bien acogido
al estatuto de refugiado o con protección subsidiaria cuenta con más derechos aunque
las ayudas y prestaciones que se les otorgan son mínimas. No creo que los
servicios sociales garanticen un estado de bienestar adecuado para este
colectivo, ni que les otorguen las ayudas necesarias para su inserción en
nuestra sociedad. Aunque el problema no es de los servicios sociales, si no del
Estado y de las Políticas sociales en materia de inmigración que tenemos en
nuestra sociedad.
¿Cuál es tu opinión, tanto profesional
como personal, sobre los CIEs?
Mi
opinión es la misma a nivel personal y profesional. Debemos entender la
inmigración como una consecuencia inevitable de la globalización y del sistema
capitalista que se ha hecho eco en las últimas décadas. Es necesario comprender
y analizar el fenómeno migratorio en su compleja integridad y poner los medios
necesarios y efectivos para poder gestionarlos. Se trata de una oportunidad
para el codesarrollo, tanto para los individuos como para las sociedades
implicada en él. Debemos dar respuesta a las causas de la inmigración, a la
ausencia y privacidad de libertad y la vulneración de los derechos que se están
llevando a cabo. No se trata de dar respuestas nacionales a problemas que
tienen una dimensión global, hay que analizar las causas que están generando
estas situaciones y trabajar para poder solucionarla. Para esto, es necesario
actuar en y con los países que generan la inmigración. Entiendo esta como una
oportunidad para el desarrollo multicultural, social y económico; y no como una
amenaza para nuestros estados. “El tratamiento de la inmigración exige, por
tanto, una respuesta global, que implique la coordinación de los Estados con
instancias supraestatales, desde Naciones Unidas hasta la Organización Mundial
del Comercio, y organizaciones internacionales no gubernamentales para crear un
marco mundial de protección de los inmigrantes y de control sobre su tráfico
ilegal.” (Rosales, 2001).
Nuestra
flamante Ley de Extranjería, así como el nuevo reglamento aprobado en 2011,
lejos de cumplir estas expectativas; se aleja a cruda realidad cuyo principal
objetivo, desde mi punto de vista, es la vulneración de los derechos humanos.
No se contempla ninguna medida de integración para los inmigrantes irregulares,
quienes para que no son considerados ni ciudadanos ni mucho menos personas. La
única medida que propone nuestra Ley es el internamiento en los Centros de
Internamiento para Extranjeros que se encuentra en nuestro Estado en una
situación administrativa irregular. Articular este tipo de instituciones no
solo viola el derecho a la libre circulación recogido y ratificado por España
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; si no que supone un
impacto negativo para estas personas que son internadas en estos centros. Este
internamiento solo es un ejemplo de cómo se utiliza el poder coercitivo del
Estado en la represión de la inmigración irregular.
La
primera peculiaridad sobre la que conviene llamar la atención, es sobre la
naturaleza jurídica del internamiento. El internamiento de extranjeros
formalmente no es una sanción. No es una sanción penal, pero tampoco es
una sanción administrativa. Cuando dicha
medida se adopta en el marco de un
procedimiento administrativo sancionador, su naturaleza es la de una
medida cautelar consistente en la
privación de libertad que tiene por finalidad asegurar la ejecución de la eventual sanción
administrativa: la salida coactiva del territorio nacional. El equivalente al
internamiento en el proceso penal sería la prisión preventiva, y no deja de llamar la atención
el hecho de que se pueda privar de libertad a una persona para asegurar una
eventual sanción administrativa –la expulsión- impuesta no por la comisión de
un delito, sino por una infracción de
naturaleza administrativa cual es, por ejemplo, la estancia irregular en
nuestro país. Tal posibilidad no puede
sino generar una serie de dudas. La primera gran duda es si el internamiento de
extranjeros no vulneraría el art. 25.3
de la Constitución en cuanto establece que "la Administración civil no podrá imponer sanciones que directa o
subsidiariamente impliquen privación de
libertad". Por tanto, ¿por qué son internados miles de inmigrantes
indocumentados en estos centros?
No
entiendo porque no se aplica en principio de proporcionalidad en estos caso,
dónde es tan negativo el impacto físico y psicológico que sufren las personas
internados en estos centros, los cuales han sido denominados por muchas
asociaciones sociales como los “Guantánamo españoles”. Evidentemente abogo por
el cierre de estos centros de internamiento, ya que ningún ser humano debería
ser considerado ilegal y mucho menos se debería permitir las violaciones de los
derechos humanos que se llevan a cabo en estos centros. Debemos conseguir que
los derechos básicos no se olviden a las puertas de los CIES.
Cuéntanos algo negativo sobre el
trabajo con inmigrantes.
Culturalmente somos muy distintos.
Aunque considero importante ver este factor como algo positivo que favorezca el
codesarrollo y la multiculturalidad; también es cierto, que a veces hace que el
trabajo sea complicado con ellos. La integración en nuestra sociedad debe
hacerse mediante un proceso de feedback y no siempre son receptivos en este
aspecto. La falta de ayudas, subvenciones y personal adecuado hace que en
algunos momentos la intervención no sea la adecuada. Mi experiencia en el
centro me hizo ver que no se destinan los medios necesarios para garantizar una
intervención de calidad y acorde a su propio itinerario de progreso personal,
ajustado a sus necesidades y expectativas. Mucho trabajo burocrático, un equipo
para nada basado en el concepto multidisciplinar, que en mi opinión tan
importante y necesario es para trabajar con inmigrante; recortes por todos
lados, pocas prestaciones y un largo etcétera de infortunios, que hacen que el
trabajo con inmigrantes no sea todo lo efectivo que debería ser. Sin lugar a
dudas, los inmigrantes son los grandes olvidados en nuestra sociedad.
Adrián García Díaz
Grupo A1
En la última entrada
quise acercarme a las posturas que tienen sobre la inmigración países de
nuestro entorno más cercano. Desde el principio he pretendido acercar
este fenómeno a nosotros, tanto como ciudadanos como futuros profesionales del
trabajo social.
He tenido la suerte de
poder mostraros la experiencia de alguien que desde nuestra profesión ha
trabajado directamente con inmigrantes. Marta Ajenjos tiene 22 años, nació en
Madrid y está acabando sus estudios de grado en trabajo social en nuestra
facultad. Me ha hecho el gran favor de contestar a mis preguntas y desde aquí
le quiero dar otra vez las gracias.
¿Por qué estudiaste trabajo social?
Estudié trabajo social por vocación.
Durante muchos años estuve convencida de estudiar ingeniería química y estudié
el bachillerato oportuno para ello. Sin embargo, con 15 años entré en un grupo
scout y descubrí diferentes realidades sociales que me hicieron replantearme
ciertos aspectos. Estuve un año como voluntaria en una asociación con
discapacitados físicos, tuve contacto mediante salidas que organizamos a la
calle con indigentes y con personas en riesgos de exclusión social. Siempre
había sentido un espíritu de liderazgo y de responsabilidad frente a diferentes
problemáticas sociales. Todo esto fue generando en mí un deseo de sentirme útil
en la sociedad, de poder abarcar diferentes realidades que llamaban mi
atención. Por tanto, decidí que estudiar trabajo social era una oportunidad de
poder dar respuesta a todas mis expectativas y a poder abarcar diferentes
campos de actuación que eran de mi interés.
¿Don de hiciste tus prácticas? ¿Por qué
elegiste este sitio?
Hice mis prácticas en el centro de
refugiados de Getafe gestionado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado
(CEAR). Elegí ese sitio porque trabajar con inmigrantes era una de mis opciones
principales a la hora de escoger el lugar en el que realizar mis prácticas. Es
un campo que no se aborda demasiado en la carrera, tan solo con algunas de las
optativas que se cursan en el tercer año; y me apetecía explorarlo y formarme
en materia de inmigración.
¿Qué ha supuesto para ti trabajar con
inmigrantes?
Ha sido una experiencia muy
gratificante tanto a nivel profesional como personal. He profundizado mucho en
los temas referentes a la inmigración, al principio me costó contextualizar
todo el marco en el que se desarrollaban mis prácticas. Tuve que dedicar varias
semanas a leer mucha documentación (estatutos de la organización, textos
jurídicos en materia de inmigración, procedimientos de entrada, permanencia y
salida del centro, etc.) para poder entender todo el trabajo que iba a
realizar. Sin lugar a dudas terminé mis prácticas con muchos conocimientos
sobre el tema y adquirí habilidades para la práctica profesional. A nivel
personal fue también muy enriquecedor, fue el primer momento en la carrera en
el que de verdad me sentí realizada como trabajadora social y entendí en qué
consiste esta profesión. Te encuentras con la realidad y aprendes a hacerla
frente de manera profesional. Hubo momentos complicados a nivel personal, ya
que trabajaba con personas con historias de vida muy complicadas, muchas de
ellas con un futuro incierto lo cual generaba situaciones tensas, de angustia e
incluso de agresividad e incomprensión hacia los profesionales del centro. Era
importante ser empáticos y comprensivos con ellos teniendo siempre claro dónde
estaba la barrera entre lo profesional y lo personal.
¿Cómo valoras el sistema de servicios
sociales destinados o que perciben los inmigrantes en nuestro país?
Los
recientes y masivos flujos migratorios en nuestra sociedad, han generado
situaciones en las que se ha permitido la violación de los derechos humanos de
los migrantes. Es importante tener en cuenta los diversos procesos que
conllevan los movimientos migratorios, situando estos en situaciones de
precariedad, exclusión, discriminación racial y social. No podemos permitir que
esta realidad se oculte ni se distorsione, los procesos migratorios son
responsabilidad de todas las sociedades en su conjunto. Se trata de un fenómeno
de corresponsabilidad e interdependencia, entre los países más pobres y ricos.
Un Sur cada vez más empobrecido y explotado por un Norte más rico y soberano
que parece dar la espalda a este problema llamado inmigración.
Para
empezar, lo que necesita España y Europa, más que una Ley de Extranjería, son
políticas de inmigración que realmente merezcan ese nombre. Políticas que no se
base en la criminalización de los migrantes no europeos, ni en el cierre de
fronteras a los países que no son miembros de la Unión Europea, tampoco
necesita unas políticas basadas en el control policial ni judicial. Necesita un
cambio de orientación en cuantos a las políticas que hasta ahora se han venido
desarrollando. Es necesario que se contemple la integración de los inmigrantes,
sean documentados o no. La política de inmigración es más que una cuestión de
Estado, no puede ser abordada de manera individual por los estados.
Es
importante diferencia la inmigración regular de la irregular para poder
contestar a esta pregunta de manera objetiva. Un inmigrante irregular en
nuestro Estado no tiene ningún tipo garantías simplemente porque no son
reconocidos como ciudadanos. Un inmigrante en situación regular o bien acogido
al estatuto de refugiado o con protección subsidiaria cuenta con más derechos aunque
las ayudas y prestaciones que se les otorgan son mínimas. No creo que los
servicios sociales garanticen un estado de bienestar adecuado para este
colectivo, ni que les otorguen las ayudas necesarias para su inserción en
nuestra sociedad. Aunque el problema no es de los servicios sociales, si no del
Estado y de las Políticas sociales en materia de inmigración que tenemos en
nuestra sociedad.
¿Cuál es tu opinión, tanto profesional
como personal, sobre los CIEs?
Mi
opinión es la misma a nivel personal y profesional. Debemos entender la
inmigración como una consecuencia inevitable de la globalización y del sistema
capitalista que se ha hecho eco en las últimas décadas. Es necesario comprender
y analizar el fenómeno migratorio en su compleja integridad y poner los medios
necesarios y efectivos para poder gestionarlos. Se trata de una oportunidad
para el codesarrollo, tanto para los individuos como para las sociedades
implicada en él. Debemos dar respuesta a las causas de la inmigración, a la
ausencia y privacidad de libertad y la vulneración de los derechos que se están
llevando a cabo. No se trata de dar respuestas nacionales a problemas que
tienen una dimensión global, hay que analizar las causas que están generando
estas situaciones y trabajar para poder solucionarla. Para esto, es necesario
actuar en y con los países que generan la inmigración. Entiendo esta como una
oportunidad para el desarrollo multicultural, social y económico; y no como una
amenaza para nuestros estados. “El tratamiento de la inmigración exige, por
tanto, una respuesta global, que implique la coordinación de los Estados con
instancias supraestatales, desde Naciones Unidas hasta la Organización Mundial
del Comercio, y organizaciones internacionales no gubernamentales para crear un
marco mundial de protección de los inmigrantes y de control sobre su tráfico
ilegal.” (Rosales, 2001).
Nuestra
flamante Ley de Extranjería, así como el nuevo reglamento aprobado en 2011,
lejos de cumplir estas expectativas; se aleja a cruda realidad cuyo principal
objetivo, desde mi punto de vista, es la vulneración de los derechos humanos.
No se contempla ninguna medida de integración para los inmigrantes irregulares,
quienes para que no son considerados ni ciudadanos ni mucho menos personas. La
única medida que propone nuestra Ley es el internamiento en los Centros de
Internamiento para Extranjeros que se encuentra en nuestro Estado en una
situación administrativa irregular. Articular este tipo de instituciones no
solo viola el derecho a la libre circulación recogido y ratificado por España
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; si no que supone un
impacto negativo para estas personas que son internadas en estos centros. Este
internamiento solo es un ejemplo de cómo se utiliza el poder coercitivo del
Estado en la represión de la inmigración irregular.
La
primera peculiaridad sobre la que conviene llamar la atención, es sobre la
naturaleza jurídica del internamiento. El internamiento de extranjeros
formalmente no es una sanción. No es una sanción penal, pero tampoco es
una sanción administrativa. Cuando dicha
medida se adopta en el marco de un
procedimiento administrativo sancionador, su naturaleza es la de una
medida cautelar consistente en la
privación de libertad que tiene por finalidad asegurar la ejecución de la eventual sanción
administrativa: la salida coactiva del territorio nacional. El equivalente al
internamiento en el proceso penal sería la prisión preventiva, y no deja de llamar la atención
el hecho de que se pueda privar de libertad a una persona para asegurar una
eventual sanción administrativa –la expulsión- impuesta no por la comisión de
un delito, sino por una infracción de
naturaleza administrativa cual es, por ejemplo, la estancia irregular en
nuestro país. Tal posibilidad no puede
sino generar una serie de dudas. La primera gran duda es si el internamiento de
extranjeros no vulneraría el art. 25.3
de la Constitución en cuanto establece que "la Administración civil no podrá imponer sanciones que directa o
subsidiariamente impliquen privación de
libertad". Por tanto, ¿por qué son internados miles de inmigrantes
indocumentados en estos centros?
No
entiendo porque no se aplica en principio de proporcionalidad en estos caso,
dónde es tan negativo el impacto físico y psicológico que sufren las personas
internados en estos centros, los cuales han sido denominados por muchas
asociaciones sociales como los “Guantánamo españoles”. Evidentemente abogo por
el cierre de estos centros de internamiento, ya que ningún ser humano debería
ser considerado ilegal y mucho menos se debería permitir las violaciones de los
derechos humanos que se llevan a cabo en estos centros. Debemos conseguir que
los derechos básicos no se olviden a las puertas de los CIES.
Cuéntanos algo negativo sobre el
trabajo con inmigrantes.
Culturalmente somos muy distintos.
Aunque considero importante ver este factor como algo positivo que favorezca el
codesarrollo y la multiculturalidad; también es cierto, que a veces hace que el
trabajo sea complicado con ellos. La integración en nuestra sociedad debe
hacerse mediante un proceso de feedback y no siempre son receptivos en este
aspecto. La falta de ayudas, subvenciones y personal adecuado hace que en
algunos momentos la intervención no sea la adecuada. Mi experiencia en el
centro me hizo ver que no se destinan los medios necesarios para garantizar una
intervención de calidad y acorde a su propio itinerario de progreso personal,
ajustado a sus necesidades y expectativas. Mucho trabajo burocrático, un equipo
para nada basado en el concepto multidisciplinar, que en mi opinión tan
importante y necesario es para trabajar con inmigrante; recortes por todos
lados, pocas prestaciones y un largo etcétera de infortunios, que hacen que el
trabajo con inmigrantes no sea todo lo efectivo que debería ser. Sin lugar a
dudas, los inmigrantes son los grandes olvidados en nuestra sociedad.
Adrián García Díaz
Grupo A1
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