domingo, 2 de junio de 2013

Desde la profesión.

En la última entrada quise acercarme a las posturas que tienen sobre la inmigración países de nuestro entorno  más cercano. Desde el principio he pretendido acercar este fenómeno a nosotros, tanto como ciudadanos como futuros profesionales del trabajo social.
He tenido la suerte de poder mostraros la experiencia de alguien que desde nuestra profesión ha trabajado directamente con inmigrantes. Marta Ajenjos tiene 22 años, nació en Madrid y está acabando sus estudios de grado en trabajo social en nuestra facultad. Me ha hecho el gran favor de contestar a mis preguntas y desde aquí le quiero dar otra vez las gracias.

¿Por qué estudiaste trabajo social?

Estudié trabajo social por vocación. Durante muchos años estuve convencida de estudiar ingeniería química y estudié el bachillerato oportuno para ello. Sin embargo, con 15 años entré en un grupo scout y descubrí diferentes realidades sociales que me hicieron replantearme ciertos aspectos. Estuve un año como voluntaria en una asociación con discapacitados físicos, tuve contacto mediante salidas que organizamos a la calle con indigentes y con personas en riesgos de exclusión social. Siempre había sentido un espíritu de liderazgo y de responsabilidad frente a diferentes problemáticas sociales. Todo esto fue generando en mí un deseo de sentirme útil en la sociedad, de poder abarcar diferentes realidades que llamaban mi atención. Por tanto, decidí que estudiar trabajo social era una oportunidad de poder dar respuesta a todas mis expectativas y a poder abarcar diferentes campos de actuación que eran de mi interés.

¿Don de hiciste tus prácticas? ¿Por qué elegiste este sitio?

Hice mis prácticas en el centro de refugiados de Getafe gestionado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Elegí ese sitio porque trabajar con inmigrantes era una de mis opciones principales a la hora de escoger el lugar en el que realizar mis prácticas. Es un campo que no se aborda demasiado en la carrera, tan solo con algunas de las optativas que se cursan en el tercer año; y me apetecía explorarlo y formarme en materia de inmigración.

¿Qué ha supuesto para ti trabajar con inmigrantes?

Ha sido una experiencia muy gratificante tanto a nivel profesional como personal. He profundizado mucho en los temas referentes a la inmigración, al principio me costó contextualizar todo el marco en el que se desarrollaban mis prácticas. Tuve que dedicar varias semanas a leer mucha documentación (estatutos de la organización, textos jurídicos en materia de inmigración, procedimientos de entrada, permanencia y salida del centro, etc.) para poder entender todo el trabajo que iba a realizar. Sin lugar a dudas terminé mis prácticas con muchos conocimientos sobre el tema y adquirí habilidades para la práctica profesional. A nivel personal fue también muy enriquecedor, fue el primer momento en la carrera en el que de verdad me sentí realizada como trabajadora social y entendí en qué consiste esta profesión. Te encuentras con la realidad y aprendes a hacerla frente de manera profesional. Hubo momentos complicados a nivel personal, ya que trabajaba con personas con historias de vida muy complicadas, muchas de ellas con un futuro incierto lo cual generaba situaciones tensas, de angustia e incluso de agresividad e incomprensión hacia los profesionales del centro. Era importante ser empáticos y comprensivos con ellos teniendo siempre claro dónde estaba la barrera entre lo profesional y lo personal.

¿Cómo valoras el sistema de servicios sociales destinados o que perciben los inmigrantes en nuestro país?

Los recientes y masivos flujos migratorios en nuestra sociedad, han generado situaciones en las que se ha permitido la violación de los derechos humanos de los migrantes. Es importante tener en cuenta los diversos procesos que conllevan los movimientos migratorios, situando estos en situaciones de precariedad, exclusión, discriminación racial y social. No podemos permitir que esta realidad se oculte ni se distorsione, los procesos migratorios son responsabilidad de todas las sociedades en su conjunto. Se trata de un fenómeno de corresponsabilidad e interdependencia, entre los países más pobres y ricos. Un Sur cada vez más empobrecido y explotado por un Norte más rico y soberano que parece dar la espalda a este problema llamado inmigración.
Para empezar, lo que necesita España y Europa, más que una Ley de Extranjería, son políticas de inmigración que realmente merezcan ese nombre. Políticas que no se base en la criminalización de los migrantes no europeos, ni en el cierre de fronteras a los países que no son miembros de la Unión Europea, tampoco necesita unas políticas basadas en el control policial ni judicial. Necesita un cambio de orientación en cuantos a las políticas que hasta ahora se han venido desarrollando. Es necesario que se contemple la integración de los inmigrantes, sean documentados o no. La política de inmigración es más que una cuestión de Estado, no puede ser abordada de manera individual por los estados.
Es importante diferencia la inmigración regular de la irregular para poder contestar a esta pregunta de manera objetiva. Un inmigrante irregular en nuestro Estado no tiene ningún tipo garantías simplemente porque no son reconocidos como ciudadanos. Un inmigrante en situación regular o bien acogido al estatuto de refugiado o con protección subsidiaria cuenta con más derechos aunque las ayudas y prestaciones que se les otorgan son mínimas. No creo que los servicios sociales garanticen un estado de bienestar adecuado para este colectivo, ni que les otorguen las ayudas necesarias para su inserción en nuestra sociedad. Aunque el problema no es de los servicios sociales, si no del Estado y de las Políticas sociales en materia de inmigración que tenemos en nuestra sociedad.

¿Cuál es tu opinión, tanto profesional como personal, sobre los CIEs?

Mi opinión es la misma a nivel personal y profesional. Debemos entender la inmigración como una consecuencia inevitable de la globalización y del sistema capitalista que se ha hecho eco en las últimas décadas. Es necesario comprender y analizar el fenómeno migratorio en su compleja integridad y poner los medios necesarios y efectivos para poder gestionarlos. Se trata de una oportunidad para el codesarrollo, tanto para los individuos como para las sociedades implicada en él. Debemos dar respuesta a las causas de la inmigración, a la ausencia y privacidad de libertad y la vulneración de los derechos que se están llevando a cabo. No se trata de dar respuestas nacionales a problemas que tienen una dimensión global, hay que analizar las causas que están generando estas situaciones y trabajar para poder solucionarla. Para esto, es necesario actuar en y con los países que generan la inmigración. Entiendo esta como una oportunidad para el desarrollo multicultural, social y económico; y no como una amenaza para nuestros estados. “El tratamiento de la inmigración exige, por tanto, una respuesta global, que implique la coordinación de los Estados con instancias supraestatales, desde Naciones Unidas hasta la Organización Mundial del Comercio, y organizaciones internacionales no gubernamentales para crear un marco mundial de protección de los inmigrantes y de control sobre su tráfico ilegal.” (Rosales, 2001).
Nuestra flamante Ley de Extranjería, así como el nuevo reglamento aprobado en 2011, lejos de cumplir estas expectativas; se aleja a cruda realidad cuyo principal objetivo, desde mi punto de vista, es la vulneración de los derechos humanos. No se contempla ninguna medida de integración para los inmigrantes irregulares, quienes para que no son considerados ni ciudadanos ni mucho menos personas. La única medida que propone nuestra Ley es el internamiento en los Centros de Internamiento para Extranjeros que se encuentra en nuestro Estado en una situación administrativa irregular. Articular este tipo de instituciones no solo viola el derecho a la libre circulación recogido y ratificado por España en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; si no que supone un impacto negativo para estas personas que son internadas en estos centros. Este internamiento solo es un ejemplo de cómo se utiliza el poder coercitivo del Estado en la represión de la inmigración irregular.
La primera peculiaridad sobre la que conviene llamar la atención, es sobre la naturaleza jurídica del internamiento. El internamiento de extranjeros formalmente no es una sanción. No es una sanción penal, pero tampoco es una  sanción administrativa. Cuando dicha medida se adopta en el marco de un  procedimiento administrativo sancionador, su naturaleza es la de una medida  cautelar consistente en la privación de libertad que tiene por finalidad asegurar la  ejecución de la eventual sanción administrativa: la salida coactiva del territorio nacional. El equivalente al internamiento en el proceso penal sería la prisión  preventiva, y no deja de llamar la atención el hecho de que se pueda privar de libertad a una persona para asegurar una eventual sanción administrativa –la expulsión- impuesta no por la comisión de un delito, sino por una infracción de  naturaleza administrativa cual es, por ejemplo, la estancia irregular en nuestro  país. Tal posibilidad no puede sino generar una serie de dudas. La primera gran duda es si el internamiento de extranjeros no vulneraría el  art. 25.3 de la Constitución en cuanto establece que "la Administración civil no  podrá imponer sanciones que directa o subsidiariamente impliquen privación de  libertad". Por tanto, ¿por qué son internados miles de inmigrantes indocumentados en estos centros?
No entiendo porque no se aplica en principio de proporcionalidad en estos caso, dónde es tan negativo el impacto físico y psicológico que sufren las personas internados en estos centros, los cuales han sido denominados por muchas asociaciones sociales como los “Guantánamo españoles”. Evidentemente abogo por el cierre de estos centros de internamiento, ya que ningún ser humano debería ser considerado ilegal y mucho menos se debería permitir las violaciones de los derechos humanos que se llevan a cabo en estos centros. Debemos conseguir que los derechos básicos no se olviden a las puertas de los CIES.

Cuéntanos algo negativo sobre el trabajo con inmigrantes.

Culturalmente somos muy distintos. Aunque considero importante ver este factor como algo positivo que favorezca el codesarrollo y la multiculturalidad; también es cierto, que a veces hace que el trabajo sea complicado con ellos. La integración en nuestra sociedad debe hacerse mediante un proceso de feedback y no siempre son receptivos en este aspecto. La falta de ayudas, subvenciones y personal adecuado hace que en algunos momentos la intervención no sea la adecuada. Mi experiencia en el centro me hizo ver que no se destinan los medios necesarios para garantizar una intervención de calidad y acorde a su propio itinerario de progreso personal, ajustado a sus necesidades y expectativas. Mucho trabajo burocrático, un equipo para nada basado en el concepto multidisciplinar, que en mi opinión tan importante y necesario es para trabajar con inmigrante; recortes por todos lados, pocas prestaciones y un largo etcétera de infortunios, que hacen que el trabajo con inmigrantes no sea todo lo efectivo que debería ser. Sin lugar a dudas, los inmigrantes son los grandes olvidados en nuestra sociedad.

Adrián García Díaz
Grupo A1

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